miércoles, 21 de mayo de 2014

Tallar en hueso una cara de mujer. El Escultor de Huesos.

Primero hay que escoger un trozo de hueso lo suficientemente grueso, 15 mm aprox. Es importante hacer un buen dibujo de partida. En este tamaño es muy fácil perder la simetría y las proporciones!

Al principio trabajo con fresas de carburo de tungsteno para desbastar el material. Utilizo la End Mill 2 labios 0.8mm para quitar hueso a lo bestia, la Dremel esférica 1/8" modelo 9905 para las superficies, cuello, pómulos, etc. Y la Chip Breaker 1.15mm para los detalles. Es un momento crítico, porque hay que vaciar entre un 50% y 60% del hueso y si te pasas no hay vuelta atrás. Se trata de vaciar la mayor parte del hueso y a la vez, saber cuando es el momento de parar. 

En esta primera parte, manda la nariz y las cuencas de los ojos. Existe un mínimo de profundidad necesario para darle volumen a la cara, pero nunca se puede olvidar que se trata de un bajorrelieve! Demasiado volumen lleva a un callejón sin salida!

Y en algún momento, antes o después, hay que cambiar a las fresas de diamante. Las fresas de diamante no tallan, en realidad lijan la superficie del hueso y por eso mismo, aunque son más fáciles de usar, se tarda mucho en arrancar material.   Al principio, por miedo a pasarme, cambiaba muy pronto al diamante y me eternizaba al tallar una cara.

En diamante, uso 5 fresas esféricas con diámetros que van desde los 0.8 mm hasta los 2.5 mm. Cuanto más gruesa más fácil dejar una superficie lisa. Y para los detalles utilizo una fresa de diamante con forma de huso.

Para la raya de los ojos, las aletas de la nariz o las comisuras de los labios siempre vuelvo a la V-bit con punta de 0.2 mm. Para los bordes de los párpados o de la cara, recupero la End Mill 2 labios 1.15 mm. Es curioso, pero no siempre la fresa mejor es una fresa nueva. Al principio cortan demasiado y son difíciles de dominar, después de un tiempo de rodaje llegan a su estado óptimo. 

Al trabajar en un espacio tan reducido es imposible tomar medidas, las distancias, alineaciones, grosores... se calculan "a ojo" o, mejor dicho, "a sentimiento". Puesto que, muchas veces, la acumulación de virutas de hueso impide ver por donde discurre la punta de la fresa. No se ve, pero se nota.

No se puede trabajar con el hueso amarrado a un soporte. Cualquier pieza que tallo la sostengo con los dedos de la mano izquierda y la cambio de posición constantemente, por un lado, para ajustar el ángulo de ataque de la fresa, y por otro, para cambiar la incidencia de la luz. Solo moviendo las sombras se pueden tomar decisiones...

Desde que imaginé la pieza "Mujer Meditando" sabia que la cara debía expresar serenidad y paz. Ser escultor significa encontrar esa ligera sonrisa, o dejar que detrás de los ojos cerrados se adivine el transcurrir de la vida interior. Y después está la luz... La percepción de cualquier pieza de hueso varía enormemente dependiendo de la luz. Esta foto, hecha con el móvil, está tomada colocando la cara sobre la cubierta de un libro de Julio Verne, al lado de la ventana, y los tonos amarillos corresponden al rebote de la luz exterior en la pared color albero.

Lo bonito de trabajar a mano es que cada pieza es diferente, cada día es diferente y nunca sabes cuando va a surgir la magia. Lo hermoso de trabajar en hueso es que tus obras pueden durar, sin problemas, 100 años.

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