martes, 29 de octubre de 2013

Tallar hueso, pulir hueso... El Escultor de Huesos.

Tecedallo de Saudade II. Otro ideograma Celta, en recuerdo de mis queridos poetas de O Courel.
Me gustan las películas de viajes en el tiempo y una de mis favoritas es "El Día de la Marmota" de Harold Ramis. Lo que me fascina al ver, como se repite en un bucle sin fin, ese preciso día, es la oportunidad que se le da al protagonista, de ensayar y equivocarse todas las veces necesarias, para lograr cualquier cosa que se proponga. Está obligado a volver al principio, una y otra vez, hasta que todo le salga bien.

El reverso, está firmado, fechado, numerado, y con la Cruz
de Compostela, como corresponde a los huesos del Camino
de Santiago.
Precisamente, me acuerdo de esta historia, porque he empezado un trabajo que, como el de pianista, está sustentado en la práctica, en ejercitar la mano, el pulso... Y estoy saltándome todo ese proceso de aprendizaje. Justo lo contrario de lo que sucede en la película. 

Noto como corre el contador, inexorable, e igual que a un Nexus VI de Blade Runer, se me agota el tiempo. Ya no es una opción entrar en un taller y "aprender el oficio", o ir a un curso, ni nada parecido. No pienso practicar, quiero hacer, sin más.

La primera vez que fui a montar a caballo, iba con un grupo de amigos bastante numeroso. El encargado del picadero decidió separarnos en dos grupos, los que supieran montar y los que no. Yo me puse con los que tenían experiencia, sin dudarlo. Y aunque estuve a punto de caerme un par de veces, galopé. Nuestro grupo salió a cabalgar por los caminos, mientras el otro, el más numeroso, se quedó dando vueltas, al paso, dentro de una nave cubierta de polvo. Al terminar alguien me preguntó:
-¿Pero tu no decías que nunca habías montado?- 
-Es cierto, recuerdo que contesté , pero he visto suficientes películas de vaqueros.- 


Tecedallo de Saudade III. Se trata de otro ideograma Celta, pero contiene una cierta atmósfera oriental. 


Es que no sabía cuando volvería a sentarme sobre un caballo, y deseaba galopar de verdad, no aceptaba quedarme dentro de aquel picadero polvoriento. No era una opción, lo mismo que ahora, no estoy dispuesto a permanecer encerrado dentro de esta puñetera crisis, dando vueltas, al paso, siguiendo las instrucciones de nadie. Vale, la razón dice que para empezar, es más seguro ir paso a paso, pero lo que me pide el cuerpo, es agarrar cortas las riendas, apretar las rodillas y golpear fuerte con los talones. Y con la que esta cayendo, me fío más del corazón que de la cabeza, pienso elegir el camino que señala mi intuición y si alguien me pregunta: ¿Pero tu habías hecho esto antes? Ya sé que le voy a contestar... No, pero he visto suficientes tallas de mi abuelo.

A partir de ahora, cada modelo tendrá su numeración. Que
sepáis, aquellos que tenéis una de las primeras piezas, que
pasan a ser "fuera de serie", y me gustaría que vuelvan por el
taller, para ponerles una marca especial.
Todo esto es una manera, un tanto complicada, de decir que esculpo el hueso sin tener ni idea, como me sale, y que aconsejo tomar mi forma de trabajar, que me dispongo a mostrar, como algo personal y puede que intransferible. Como algo que no es fruto de la experiencia y que irá cambiando, seguro, a medida que descubra la mejor forma de hacerlo. Solo espero que os gusten mis piezas, y que por eso,  sigáis conmigo esta aventura, aunque sea, al menos, para ver hasta donde llego.

Lo primero que me llamó la atención, cuando empecé este proceso fue lo aburrido que es. Como un monje que ilustra un manuscrito interminable. Siempre parece que no avanzas, que nunca vas a terminar. Y después, la precisión. Y no me refiero a que no puedas salirte ni medio milímetro, lo complicado es mantener esa exactitud, durante más de una hora, sin cargarte la pieza. Al principio se agarrotan los dedos del esfuerzo. Hay que acordarse de parar, cada cierto tiempo, para hacer ejercicios con la mano y evitar los calambres.

He descubierto que el mejor enfoque para ser "escultor de huesos" es el de una película de Kung Fu. Tallar hueso, pulir hueso, tallar hueso, pulir hueso... Para mí, se está transformando en un ejercicio de meditación. La postura, la espalda recta ligeramente arqueada hacia dentro, el mentón apuntando hacia abajo, el cuerpo inmóvil. Y la respiración, con el diafragma, lenta, acompasada, para controlar el pulso. Y la mirada, de francotirador, siguiendo con precisión la fresa acariciando el hueso, anticipando la acción, visualizando la trayectoria... Hasta que tengo que salir del trance, porque Ana me recuerda, que hay que recoger a Merlín en la guardería.

El principio es un buen dibujo de base. Uso un dibujo sobre papel, que paso al hueso con "papel de calco" y después retoco.

El primer desbaste de la pieza es crítico. Si te pasas no hay vuelta atrás. Hay que definir los volúmenes.

Después paciencia y concentración. Tallar hueso, pulir hueso... Próximamente, un vídeo y se entenderá mejor.

miércoles, 16 de octubre de 2013

El Escultor de Huesos. Tecedallos de Saudade

Dibujos de los primeros diseños: Tecedallo de Saudade I y Tecedallos de Saudade II.  Lapiz sobre papel.
Uxío Novoneira
Conocí a Uxío Novoneira en el otoño de 1991 realizando un documental de la serie "Historias con data" para TVG. El capítulo en cuestión, trata sobre el poeta, pero también habla del progresivo abandono de O Courel (está colgado un fragmento más abajo), y su título es: "Os Eidos, Uxío Novoneira e O Courel de fondo". Sucedió entonces, que como la casa donde nació el escritor (en Parada de Moreda, cerca de Seoane do Courel) llevaba mucho tiempo cerrada, utilizábamos de centro de operaciones nuestra casa de Louzara, que está apenas a 15 km de allí. Fueron unos días únicos e irrepetibles, estábamos además de Uxío Novoneira, el historiador/investigador José Antonio Durán (director y guionista de la serie) y en la parte técnica mi hermano Carlos y yo. Estos dos "grandes maestros" fueron para nosotros, un lujo, un regalo que nos brindaba aquel programa de la Televisión de Galicia.

Filmábamos durante el día los maravillosos lugares de O Courel, los centenarios soutos de castiñeiros y por la noche, al lado de la chimenea de Louzara, grabábamos unas lecturas poéticas privadas, donde tuvimos la suerte de "registrar", sin duda, los recitales mas íntimos de Uxío Novoneira. Después (como hace cualquier documentalista que se precie) visionábamos el material grabado durante la larga jornada, mientras nos tomabamos una copita de un aguardiente envejecida mediante un pausado sistema de trasiego (12 años) entre 4 pequeñas barricas de roble, que nuestro padre tenía en la bodega. Esas noches, José Antonio Durán y Uxío Novoneira contaron historias al calor del fuego...



Fue en una de aquellas madrugadas de charla, visionando el material, la única vez que oí la palabra "tecedallo". La pronunció Uxío Novoneira viendo las imágenes que grabamos para el documental. El plano, en concreto, está tomado desde la cima de O Monte Lago y se puede apreciar como se entrelazan los montes, y el otoño, en el valle del río Louzara al atardecer. Simplemente dijo: "esto es un TECEDALLO de cumes". Y ahí quedó la palabra, registrada en mi memoria durante estos 22 años. Hace falta un poeta para ponerle nombre a las cosas.

Fotograma del documental. El "tecedallo de cumes". El valle del Louzara, grabado desde la cima de O Monte Lago, mirando hacia Santalla.














Conocí a Fiz Vergara Vilariño (el otro gran poeta de O Courel), si no calculo mal, en el verano de 1977, en su preciosa casa de Santalla, a orillas del río mágico, el Louzara. Fue una de esas visitas familiares de cortesía, que comenzaba como algo intrascendente, con los saludos y parabienes habituales. Pero no podía imaginar, cuando entré en aquella casa, la experiencia que estaba a punto de vivir.

Fiz Vergara Vilariño
Fiz Vergara, que tenía 24 años (yo 17), ya era un poeta reconocido. Me llamó la atención su biblioteca, desde donde observaba, como apartado del mundo, la escena familiar. Eran evidentes los signos de su grave enfermedad y desde el inicio de la larga conversación, su dificultad para articular las palabras. No importó. Conectamos. El azar juntó, en aquel momento y en aquel lugar secreto, a dos "raros" de cuidado. A medida que transcurría el tiempo, cada vez nos entendíamos con más facilidad, y la profunda ironía y extraña sinceridad de aquella charla, creo que ha marcado mi sentido del humor desde entonces... Esa tarde hablamos de muchas cosas, de Zen (mi obsesión en aquella época), de Poesía, Haikus, del Arte de Ser Dios (todo con mayúsculas, como debía ser), pero sobre todo, de la excesiva capacidad de enamorarse. En su mirada no encontré ni un ápice de amargura, como se podría esperar en alguien que habla de la belleza, y vive enamorado, dentro de un cuerpo retorcido. En sus ojos brillaba poderosamente algo que entonces no supe reconocer, chispeaba, eso que casi podría nombrarse como el disfrute de la tristeza. Algo, el pecado original de los gallegos, que ahora sé como se llama: A SAUDADE.

Fotograma del documental. Un souto de castiñeiros de O Caurel. Aquí está permitido creer en la magia.

Toda esta locura, o aventura creativa, del escultor de huesos, no tendría ningún sentido, si no persiguiera un antiguo objetivo, una meta personal rescatada del pasado, un sueño casi olvidado que esta maldita (o bendita) crisis ha hecho resurgir. Algo que iré desvelando poco a poco, pero que no puedo hacer con miedo, o a medias... Y en mi primera obra como escultor, como artesano, me atrevo a unir mis recuerdos de dos poetas muertos: Uxío Novoneira y Fiz Vergara Vilariño. Dos poetas que hunden profundamente sus raíces en las montañas mágicas de O Courel y Louzara. Tengo la absurda pretensión de crear un objeto, que sirva para desenredar la saudade de las finas grietas del subconsciente, de tallar un amuleto, un TECEDALLO de SAUDADE ( mientras escribo llevo uno colgado del cuello) que me sirva para guardar la "negra sombra", que tantas veces atenaza el alma, y me ayude a quitar peso de la maleta, con la que cargo, en este nuevo viaje. Si es efectivo ya se verá, pero si no tienes uno... no podrás comprobarlo.

Tecedallo de Saudade I (lo que viene siendo un "atrapa morriñas") Un ideograma Celta, tallado en hueso del Camino de Santiago, en recuerdo de Uxío Novoneira y Fiz Vergara Vilariño.
Tecedallo de Saudade III. Aunque es otro ideograma Celta tiene un cierto aire oriental